«Dios es Amor» nos dice San Pablo (1Jo 4,1). Jesucristo es el rostro del Amor y la Misericordia de Dios. Es el mismo Jesucristo quien, con su ejemplo y su vida, nos muestra cómo debemos amarnos y la donación que debemos de vivir unos hacia otros y especialmente hacia los más pobres, necesitados y descartados de nuestra sociedad. Dándonos el mandamiento del amor, nos marca el camino de la vida cristiana: «Un mandamiento nuevo os doy que os améis unos a otros tal como yo os he amado» (Jn 13,34).
La Caridad cristiana es un deber irrenunciable de toda comunidad parroquial. Va mucho más allá de un altruismo de raíz humanista o de la activad de una ONG. En palabras del Papa Francisco, «la Caridad es la caricia de la Iglesia a su pueblo, la ternura y la proximidad hacia los que sufren». Cuando el cristiano actúa hacia los que sufren, movido por la Caridad, encuentra en el hermano al que se acerca al mismo Jesús sufriente, tal como él nos dijo: «En verdad os digo: todo aquello que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hacíais» (Mt 25,40). La madurez y el compromiso de una comunidad parroquial encuentran su óptima medida en la acción de su Caridad, signo del Amor de Dios entre los hombres.
La parroquia de la Sagrada Familia dispone de varias acciones en la Caridad para atender las necesidades de los más pobres y necesitados.
