La vida de un cristiano es una constante configuración de la propia persona con Cristo. En las palabras de san Pablo en la carta a los filipenses nos dice: «Tened los mismos sentimientos que tubo Jesucristo» (Fl 2,5) y también a los cristianos de Colosas les dijo: «Así pues, como escogidos de Dios, santos y amados, revestiros de sentimientos de compasión entrañable, de bondad y de humildad, de dulzura y de paciencia» (Col 3,12). La vida de un cristiano es dar cumplimiento, con su existencia, al mandamiento del Amor que el mismo Jesucristo nos dejó: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a otros tal como yo os he amado» (Jn 13,24).
Este proceso dura toda la vida, y lleva a configurarse cada vez más a Cristo. Esto se efectúa leyendo adecuadamente los signos de los tiempos que nos toca vivir y avanzando en el camino hacia la santidad, vocación a la que todos estamos llamados. En este camino, y para llegar a ellos, tiene un papel primordial la catequesis y formación de diversos tipos y edades.
En la parroquia de la Sagrada Familia hay diversas actividades que acompañan a los fieles en este camino, acogiendo y atendiendo a cada perdona según sus necesidades y circunstancias particulares.